Síntomas


Permítame que le cuente una historia que tal vez le resulte familiar:

“Un día un señor (señora) se despierta y no se encuentra muy bien, está mas cansado de lo habitual y piensa que es otro mal día. A lo largo del día recibe alertas que le reafirman en que algo en su interior no funciona bien: puede que note una excesiva sudoración, mareos, presión en el pecho, tensión en los hombros, etc. Piensa, ¡vaya día tonto!, una reparadora noche de sueño y todo arreglado.

Pasan los días y la situación dista de mejorar, las “alertas” son cada vez más frecuentes, pero intenta no hacerles caso. Así continúa un tiempo  y llega un momento en el que estas "alertas" le bloquean y le impiden continuar con su rutina diaria.

Decide que es hora de ir a visitar al médico, pues ya está claro que no es algo transitorio. Está convencido de que algo no funciona en su cuerpo. No tiene claro qué le pasa pero algo no funciona."

Tras visitar al médico, este le sorprende con su diagnóstico: usted sufre un trastorno de ansiedad. En realidad usted no tiene ningún problema físico, el suyo es un problema psicológico.

En ese momento se disparan una serie de alarmas en su interior, debidas a:
  • (Desde el desconocimiento de la enfermedad), él había oído hablar o incluso había conocido gente con el mismo diagnóstico y pensaba que eran unos vagos, unos cara dura o unos débiles, que se escudaban en la enfermedad para no hacer frente a sus obligaciones: ¡A todos nos cuesta, pero ahí estamos dando el callo, mientras este sólo se queja!. Algo en su interior se resiente: ¿cómo puede estar ocurriéndole a él?
  • Una cualidad que compartimos la mayoría de personas “ansiosas” es la de considerar que lo que nos ocurre a nosotros es lo peor que lo que le pueda ocurrir al cualquier otro; nuestro caso es peor y no puede ser sólo psicológico.
  • Aunque no entiende de medicina, está seguro de que el médico no le ha realizado las pruebas necesarias para descartar otras enfermedades “mas graves”.
 El problema fundamental que plantea esta enfermedad es que se trata de un problema psicológico, pero los síntomas pueden ser físicos y frecuentemente: mesurables.

Veamos una breve relación de los síntomas más frecuentes:

Subjetivos o de pensamiento
  •  Miedo
  • Preocupación
  • Aprensión
  • Inseguridad. Pensamientos negativos (de inferioridad, de incapacidad)
  • Dificultad para la toma de decisiones
  • Temor a volverse loco, a perder el control sobre uno mismo.
  • Sensación de separación del cuerpo, de que el cuerpo y su alma están separados.
  • Anticipación de peligro o amenaza
  • Dificultades para pensar, estudiar, o concentrarse, etc

 Observables
  • Hiperactividad
  • Tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal
  • Conductas de evitación
  • Paralización motora
  • Movimientos torpes y desorganizados

 Fisiológicos
  • Neuromusculares: tensión muscular (opresión en las zonas cervical o lumbar), temblor, hormigueo, dolor tensorial de cabeza, fatiga excesiva.
  • Cardiovasculares: opresión en la zona torácica, palpitaciones, pulso rápido, tensión arterial alta, accesos de calor.
  • Gastrointestinales: náuseas, vómitos, diarreas, aerofagia, molestias digestivas.
  • Genitourinarios: micciones frecuentes, enuresis, eyaculación precoz o impotencia o frigidez.
  • Respiratorios: sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y superficial.
  • Neurovegetativos: mareos ,sequedad de boca, sudoración excesiva,.

Cuando la ansiedad ha producido que usted pierda el conocimiento en más de una ocasión, le ha tenido semanas sin poder alejarse ni 50 metros de un cuarto de baño, le ha producido un dolor que tan sólo un experto puede diferenciar de una lumbalgia... Cuando esto ocurre (y es muy frecuente), es muy difícil creer que la ansiedad es un problema psicológico, pues como ya hemos dicho puede cursar con síntomas físicos, muy físicos.

Nota final: Algunos especialistas (una minoría) defienden que la ansiedad sólo produce síntomas en la zona craneal y torácica por lo que si usted tiene síntomas en las extremidades, no deben corresponderse a la ansiedad sino a un mal diagnóstico. Destacamos esto porque la mayoría de los expertos consultados difieren y expresan que no hay ninguna zona del cuerpo donde no puedan cursar los síntomas del trastorno ansioso.



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